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Por todos mis compañeros y por mí primero

— Mami, ¿No hemos estado antes aquí?

— Sí, cielo el día que fuimos a casa de la abuela con las primas ¿te acuerdas?

— Sí — sonríe —, pero ¿por qué volvemos?

— A ver, venimos aquí a votar. Y votar es importante. 

La madre le tira de la mano. Los lazos rosas que lleva adornando sus coletas se mueven con retraso por la inercia. Avanzan entre la gente. Se dirigen a una mesa con muchos papeles. La niña intenta coger un sobre, pero no alcanza. Ella solo quiere un sobre de esos. No sabe para qué, pero lo quiere. La madre la acompaña con la mano puesta en su espalda. Se dirigen a una cabina gris. A la niña no le gusta el gris. 

— Pero… Pero… Pero mami ¿Qué es ese papel? — las zapatillas que se ven por debajo de la cabina se ponen de puntillas.

— Aitana, por favor deja eso en su sitio.

Se llama Aitana. Tiene seis años. Le gusta ladybug, las nubes de chuche y jugar en el recreo con sus amigas. Va al cole. No le gusta porque la seño de mates le dice que habla mucho. No sabe diferenciar la izquierda y la derecha (y no solo la ideológica, precisamente).

—Venga vamos, que hay mucha cola y papi está esperándonos.

— Mami, pero ¿y por qué estamos aquí? Quiero irme ya con Papi — Aitana sigue sin entender nada.

La madre la mira. Todo es mucho más complejo cuando se piensa desde el ceño fruncido de una persona adulta. ¿Cómo le explica a su hija que es la segunda vez que van a votar en lo que se lleva de año?  ¿Cómo le explica qué es votar? ¿Cómo explicarle qué es la política?

— Mira, hemos venido a votar para ver quién gana y queda primero para mandar en el país.

— Entonces, ¿es como el pilla pilla?

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