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¿Quién es columna?

Un columnista lee mucho,

lee mucho como Don Alonso Quijano,

lecturas que desde luego siempre sirven,

más balbucean igual que un loro.

Estoy cansada de las opiniones,

prontamente creadas en base a un quién;

estoy cansada de las cosas,

las cosas que empiezan desde el paso del tiempo.

Estoy cansada de ser periodista,

pero más cansada estaría si intentara ser columnista;

estoy cansada de estar cansada

entre referentes y literatos,

un loro de plumas grises,

el loro aquel del siempre estar cansado.

¿A quién quiero imitar? ¿Cómo alguien como yo osa versionar? ¿Qué versionar? Calcar a Cernuda. Sí, seguro que no sé ni su nombre. Ni he leído nada suyo. Aún me queda mucho por aprender. Aún me queda mucho por leer. Aún no sé nada de la vida. Y así nadie sabrá nada de la mía. De cómo veo yo la realidad. Porque mis letras no se impregnan de referencias del 27, ni referencias a los maestros del periodismo. Tampoco sé usar figuras literarias. ¿Y mucho menos dar lecciones impregnadas de ironía? Ahora, solo puedo recibir consejos que para ellos no tienen. Ahora, me toca hacer aquello que no quiero. Porque no puedo. Porque ¿nadie me leería?

¡Ah! Y falta algo más. Algo realmente importante. El criterio del vino. No, no el de escribir bebiendo una copa. Eso se lo dejo a los más teóricos. Ese criterio por el que las columnas mejoran con el tiempo. El tiempo del columnista. Creo que, para evitar que esta columna se quede más derruida que la acrópolis de Atenas, mejor no le comunico mi edad.

No quiero ser mal nacida, y no ser agradecida. Al contrario. Daré las gracias a aquellos que me lean, como usted lo está haciendo. Sin juzgar. O eso creo. Pero hasta entonces, pasará más tiempo que los 19 días y las 500 noches de Sabina. Porque hasta verme en una contraportada, ¡Ah! Que ya no se piensa en papel. Hasta verme en una web con letra en cursiva, tendré que leerme hasta los prospectos de las medicinas. Qué difícil es conseguir ese sufijo de cuatro letras. Pero, de nuevo. Yo no sé nada. Hasta entonces creo que solo puedo conformarme con ser columna.

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